Siempre que empieza un nuevo año nos hacemos un montón de propósitos, con la intención de que sea mejor que el anterior. No sé vosotros, pero la mayoría de las veces no los cumplo. Excepto este 2018, que ya se veía que iba a ser un buen año en varios aspectos. ¿Cuál era ese propósito? Pues uno aparentemente sencillo: dejar de jugar en bucle a Mass Effect y Dragon Age y empezar a probar juegos nuevos. ¡Misión cumplida!

No os voy a engañar, ha sido bastante complicado en ocasiones, como aquella vez que quise enseñar mis personajes de Dragon Age, incluida a Atish’an Lavellan (que existe dentro de mi canon en el que Naia Trevelyan es la inquisidora) y tuve que resistir las ganas de seguir adelante una vez sacadas las capturas necesarias. O en todos aquellos momentos que tenía que poner alguno de los juegos de la trilogía Mass Effect para verificar algún detalle o sacar una captura para mi libro. Pero terminando ya 2018 puedo decir con orgullo que es un propósito que he cumplido, quizá no en la cantidad que me hubiera gustado (escribir De Caronte a la galaxia me ocupó mucho tiempo de los primeros 6 meses del año y mi nuevo trabajo los otros 6) pero la suficiente como para sentirme satisfecha. ¿Qué juegos son esos? Pues seguid leyendo…

Uncharted: Lost Legacy

Vale, no es un videojuego nuevo en sí, pero sí que era una experiencia nueva, así que entra dentro de mi lista. Había oído hablar muy bien de la historia de Chloe y Nadine y tenía muchas ganas de ver lo que Naughty Dog era capaz de contar sin Nathan Drake de por medio. Demostraron que la saga puede seguir adelante sin él (aunque en mi caso particular es algo que siempre me cuesta mucho aceptar, sea la saga que sea) y mantener el nivel de calidad. Buenos mapas, buenos puzles y una relación entre las protagonistas que es creíble. ¿Tiene algún pero? Sí. Bueno, quizá no exactamente “pero”… tampoco me pareció nada del otro mundo. En internet había leído un montón de opiniones sobre lo bueno que era, lo maravillosamente bien hecha que estaba la historia y lo increíblemente bien que estaba la relación entre Nadine y Chloe. Pero a mí no me impresionó. Me pareció un DLC aceptable, sin más.

Horizon Zero Dawn: The Frozen Wilds

Sí, mi propósito comenzó con dos DLC, pero era lo más próximo que tenía en mi lista de juegos pendientes. Con lo mucho que me había gustado la historia de Aloy necesitaba alguna excusa para volver a su mundo, seguir disfrutando de su magnífica personalidad y, por supuesto, del modo foto. La historia no es tan profunda como la del título principal, como es lógico, pero eso tampoco juega en su contra. Nos plantea un nuevo peligro con las máquinas y una nueva revelación en la manera que la civilización antigua utilizaba las máquinas. Y más aún, nos permitía conocer mejor a los Banuk, que en el título principal se les ve un poco de pasada.

A pesar de que la historia me gustó, The Frozen Wilds tampoco es una expansión que te mantenga enganchado por la emoción de su trama. Me encantó descubrir nuevas máquinas y desafíos que me obligaban a adaptar mis estrategias de combate, pero una vez lo terminé me quedé un poco con la sensación de que era un poco “insuficiente”. También creo que es importante resaltar que es difícil que un DLC esté a la altura de una historia principal tan maravillosa.

The Legend of Zelda: Breath of the Wild

Empecé con el juego a principios de año y no lo he terminado hasta el finales, porque entre que no quería terminarlo y que se me empezó a reducir el tiempo disponible lo tuve que dejar justo antes de la última batalla. Hacía muchísimos años que no jugaba un Zelda. Y cuando digo muchísimos años digo Zelda: Oracle of Seasons & Ages que tenía mi vecino para la Game Boy Color. Tengo el Majoras Mask para la DS pero jugué una vez y luego fue pasando el tiempo… y nunca volví. Así que Breath of the Wild era para mí como reencontrarme con esa niña que disfrutaba de Zelda en la Game Boy. Y tengo que decir que el juego me maravilló desde el primer momento. Para empezar, el diseño es exquisito: los escenarios, la paleta de colores, los edificios y las ruinas. Pero luego también está plagado de desafíos que exigen que estés atento al desarrollo de las mecánicas y las palabras de los habitantes de Hyrule, Santuarios listos para bajarte los humos y bestias sagradas que siempre suponen un aguijonazo al corazón cuando las activas. Recorrer el mundo de Breath of the Wild era un placer a la vista y un continuo deseo de descubrir sus secretos más ocultos. Pocos juegos este año han conseguido mantenerme tan enamorada. No sabéis lo mucho que me alegro de haber comprado la Nintendo Switch en las Navidades pasadas.

Dragon Age 2: Legacy

Otro DLC más. Diréis: ¡Tramposa! Pero es que nunca había jugado a esta aventura extra de Dragon Age 2. Tenía muchísimas ganas de conocer de primera mano el origen del antagonista de Dragon Age Inquisition, así que por fin le di una oportunidad (lo tuve almacenado en Origin sin tocarlo durante mucho tiempo). Como aventura es aceptable, aunque jugarlo habiéndome pasado ya Inquisition hace que tenga otra perspectiva de ello. Ojalá Corypheus hubiera sido igual de exigente en la tercera entrega de la saga. Me pareció muy interesante la historia contada, aunque quizá le faltó un poco más de atención al lore.

Mario Kart Deluxe

Lo he incluido en la lista porque me pasé muchísimas horas jugando sin parar, en competición con amigos. Tengo que confesar que terminaron odiándome un poco porque siempre ganaba todas las carreras. Igual que me ocurrió con Zelda, el último Mario Kart que jugué fue el de Super Nintendo, tengo que decir que el cambio me pareció maravilloso.

Assassin’s Creed Rogue

Cuando lanzaron por primera vez este Assassin’s Creed lo ignoré por completo. Por un lado, porque salió al mismo tiempo que Unity y tenía más interés en continuar la historia principal que jugar a este título; y por otro porque seguía manteniendo como mecánica fundamental la navegación y odio los malditos barquitos. Como me he jugado a toda la saga, Marcos me encargó el análisis de esta entrega para New Super Juegos, así que lo cogí con sorprendente buena predisposición. Una pena que al final la revista se cerrara. En cuanto al juego, me gustó mucho la historia. Es refrescante experimentar un punto de vista diferente al de los asesinos y descubrir por qué, en los tiempos de Connor, la hermandad está reducida a cero. Y el final me pareció maravilloso. Tengo que decir, no obstante, que el juego no está bien equilibrado. Prueba de ello es que fui capaz de terminarlo sin haber mejorado mi equipo ni una sola vez, puesto que me negué a cazar. Supongo que si lo hubiera hecho habría sido un completo paseo y la experiencia habría estado “rota”.

Life is Strange: Before the Storm

Lo empecé y no lo solté hasta que me lo terminé: es decir, un día jugando sin parar. Me gustó mucho más la historia del primer Life is Strange por todo el misterio que la rodea. En este caso es más conocer el alma rota de Chloe y su “lucha” por seguir adelante tras la muerte de su padre. A Rachel le cogí manía desde el primer momento y su desarrollo personal no me gustó demasiado, pero conforme se acercaba el final de la historia me sentía más y más con el corazón roto, sabiendo lo que iba a ocurrir. Por otro lado, lloré sin parar con el capítulo “Farewell”, que te hace vivir los últimos momentos de amistad de Max y Chloe.

God of War

Solo tengo palabras buenas para el juego de Santa Monica Studios. La historia de Kratos y Atreus me mantuvo enganchada desde los primeros compases del juego y lo que parecía una aventura accidentada se convierte en un viaje hacia un destino del que no se puede escapar. Kratos está hastiado de su naturaleza y sus experiencias y lo único que le queda en el mundo es un niño con el que se siente incapaz de conectar. La relación entre ellos me fascinó desde el primer momento, puesto que Atreus aun tiene la inocencia propia de su edad y está claramente necesitado de cariño, mientras que Kratos está obcecado en no mostrar sus sentimientos y carga con el dolor de su pasado.

Por supuesto no puedo dejar de mencionar que, además de la maravillosa historia y lo bien narrada que está, transcurre en un mundo precioso hasta el más mínimo detalle. Muchas veces me paraba simplemente a observar el entorno, lamentándome porque cuando lo jugué aún no tenía el modo foto implementado (llegó justo cuando estaba a dos misiones de pasármelo). Una maravilla de juego y, claramente, mi GOTY de 2018.

Detroit: Become Human

Los juegos de Quantic Dream me gustan mucho por cómo te ponen al límite a la hora de tomar tus decisiones. Aquí no hay segundas oportunidades ni tiempos infinitos para tomar una decisión. Acción reacción y échate a temblar por si has matado a un personaje. Después del sabor agridulce que me dejó Beyond: Two Souls (al que no volveré a mirar igual después de enterarme de que Cage quería haber incluido una violación que para nada tenía sentido existiendo Aiden), Detroit: Become Human me sorprendió gratamente. Los personajes me gustaron mucho (aunque la historia de Kara no terminó de gustarme hasta el final y me pareció que tenía algunas inconsistencias) y la trama de liberación me pareció, en general, bastante bien llevada. Sé que en su momento hubo bastante debate sobre el tratamiento de la esclavitud (entre otras cosas), pero es una cuestión en la que no he querido meterme porque no tengo suficientes conocimientos como para hacer una valoración así.

Flashback 25th Anniversary

Mi hermana mayor tenía Flashback para Super Nintendo y yo recuerdo verla a ella y a mi otra hermana jugar. Fue Alicia (la mediana) la que se lo pasó (bueno, en realidad la que siempre se pasaba todos los juegos) y yo siempre me quedé con las ganas de conseguirlo. Por más que lo intentaba, ponía el primer nivel e iba avanzando, me resultaba imposible conseguirlo. Moría en un salto, me mataba un enemigo o simplemente me quedaba dando vueltas por el laberíntico mapa de la luna Titán. Tenía claves para el resto de niveles, por supuesto, pero aunque los visitaba cuando la frustración ya me estaba dando ganas de estrellar el mando contra el suelo (ojo, nunca lo hice), era igualmente incapaz de pasármelos. Parte de la culpa la tenía que estaba en inglés y con mis 6 añitos era incapaz de entender más de dos palabras. La otra parte era mi poca paciencia. Así que cuando anunciaron que lanzaban Flashback 25th Aniversary para Nintendo Switch supe que tenía que hacerme con él para quitarme esa espinita que tenía clavada desde hacía tanto tiempo. Y cómo lo disfruté. No solo pude comprender la historia de principio a fin y saber por qué me resultaba tan difícil avanzar cuando era pequeña, sino que pude experimentar el juego como era entonces, ignorando la versión HD que incluía para jugar con la versión original de 1992 (especialmente por la música, que la nueva no me gusta nada). No sabéis lo feliz que fui cuando superé el último nivel.

The Technomancer

Está bien, lo reconozco, aquí he hecho una pequeña trampa. En realidad The Technomancer ya lo había jugado cuando salió en 2016, puesto que me encargué de hacer el análisis para Hobby Consolas, pero en aquel momento no pude casi disfrutar del juego. El código lo enviaron con muy poco margen y tuve que pasármelo deprisa y corriendo (me encargaron el análisis el 25 y el 28 tenía que estar publicado en la web, así que os podéis imaginar). Tenía muchas ganas de disfrutarlo calmadamente y así poder apreciar los matices de su historia, así que decidí dedicarle mi tiempo. Lo cierto es que el juego me siguió pareciendo igual que cuando tuve que realizar el análisis: grandes ideas mal ejecutadas y eternas misiones secundarias que se cargan el ritmo, pero la trama me gustó mucho más que la primera vez.

The Awesome Adventures of Captain Spirit

Como ya os he contado, Life is Strange me gustó mucho. Before the Storm me gustó también, pero no tanto. Cuando anunciaron The Awesome Adventures of Captain Spirit, con esa esencia tan LiS necesité jugarlo. Y más aún, quise jugarlo para ver si descubría algo “claro” sobre Life is Strange 2. Es un capítulo cortito que casi no revela nada, pero transmite las emociones con la misma claridad que sus predecesores. Su joven protagonista y su difícil situación familiar te hace sentir ternura y ganas de protegerlo desde el primer momento. No hay mucho más que decir, de hecho no sabía bien si incluirlo en la lista, pero no deja de ser algo a lo que he jugado en este 2018.

Ni No Kuni 2: Revenant Kingdom

Me pasa con frecuencia que cuando un estudio crea una nueva entrega de un videojuego al que he jugado, pero con un nuevo protagonista, siento cierto recelo. Me ocurrió la primera vez con Dragon Age (aunque ahora me parece lo más normal y sé que la próxima entrega no tendrá como protagonista al Inquisidor, por mucho que algunos jugadores insistan en ello), me pasó con Mass Effect Andromeda y, por supuesto, me pasó con Ni No Kuni. El primer juego, que salió para DS en japón y PS3 en Europa y USA, entró en mi vida de manera inesperada cuando trabajaba en PlayStation R.O. Y aunque el control era un poco petardo, la historia de Oliver me tocó la fibra. Es uno de mis preferidos de la pasada generación. Ni No Kuni II: Reventan Kingdom innova en muchos sistemas de juego, desde su combate hasta la gestión de su mundo. Se me hizo raro durante todo el juego que el mapa fuera distinto y que el recuerdo de Oliver no fuera más que una leyenda, pero poco a poco conseguí superar esa nostalgia para aprender a apreciar a Evan y sus amigos. La historia me pareció muy bonita y la gestión del reino adictiva, pero creo que la pifiaron un poco en la dificultad. Creo que en todo el juego me derrotaron una vez nada más y fue por pura torpeza. Ah, y se me olvidaba mencionar la preciosa edición coleccionista que me regalaron por mi cumpleaños: con nada menos que un vinilo, un estupendo libro de arte y una “cajita” de música. De esas ediciones que merece la pena tener.

Marvel’s Spider-man

Cuando se anunció este videojuego por primera vez recuerdo que estaba todo el mundo como loco, entre ellos mi pareja. Qué maravilla, qué bien se ve, qué sistema de combate más pulido, qué buen trabajo está haciendo Insomniac… Yo veía algún trailer que me pasaban, pero más allá de verlo bonito y estar de acuerdo en que el sistema de combate se veía muy bien, tampoco me interesaba demasiado. Al final, veía disfrutar a mi pareja del juego y me picó la curiosidad, por lo que decidí darle una oportunidad una vez entregué el libro y quedé más liberada de tiempo. Y qué gran decisión. Tengo que confesar que el sistema de combate me recordaba mucho a los Batman Arkham, pero ese reconocimiento no influyó en mi disfrute. Me recorrí Manhattan entera haciendo recados, cazando palomas, cargándome delincuentes y, por supuesto, disfrutando del paisaje y del modo foto. Llegué a jugar tanto y con tanta atención que terminé consiguiendo el Platino (aunque no es tampoco muy difícil), que es algo que no suelo hacer porque me importa bastante poco tenerlo o no.

Assassin’s Creed Odyssey

Ya os he hablado en más de una ocasión de mi relación de amor odio con la saga Assassin’s Creed. Debido a esto, mis ganas de Odyssey fluctuaban entre muchas y ninguna. Pero tengo que confesar que ver a Kassandra aka Señora Brazacos me infundió unas enormes ganas de jugarlo. Tenía muchas ganas de experimentar la historia a través de los ojos de este personaje y la verdad es que he disfrutado como una enana. Kassandra es maravillosa, ingeniosa, con poca paciencia para los idiotas y los que la menosprecian. Y además encaja como un guante en la historia que cuenta. Sigo pensando que Alexios fue un añadido y que la protagonista única iba a ser ella, aunque a mí la opción de los dos personajes me parece bien. Podéis leer más sobre este tema en el número de febrero de GTM.

Al margen del papel de Kassandra, la historia de Assassin’s Creed Odyssey me ha gustado mucho, especialmente los guiños al presente de ciertas misiones de. Queda por ver qué importancia tendrá Layla de cara al futuro de la saga o si se quedará en otra presencia anecdótica (que no creo) y si se van a decidir de una vez a avanzar algo de la trama del presente (que no tengo mucha esperanza) pero mientras creo que han hecho un gran juego.

Es más, tengo que decir que los barquitos, con lo poco que me gustan y la rabia que me da que sean omnipresentes desde Black Flag, no se me hicieron nada pesados porque aunque tienes que utilizar la Adrastea y hay batallas navales, la mayor parte de la trama transcurre en tierra (en mucha tierra).

Por sacarle un punto negativo, AC Odyssey no tiene un punto final en el que aparecen los créditos y luego sigues jugando. Tiene tres historias principales (llamadas Odiseas) y puedes avanzar en ellas cuando quieras. Pero cuando las terminas, se acaban sin más. Obviamente, tienen su colofón final, pero no transmiten esa sensación de “he terminado el juego”. De hecho, el orden en que las completé (las llevé a la par hasta las últimas misiones) hizo que incluso me chocara un poco.

Quizá no sean muchos los juegos que he disfrutado este año. Los meses que dediqué a escribir mi libro y mi nuevo trabajo no me dejaron mucho tiempo libre para invertir en largas sesiones como hice en 2017, pero estoy satisfecha de haber podido disfrutar de todos estos juegos. ¡Veremos qué tal va el propósito de 2019!

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