Mis juegos favoritos de la década
Sé que llevamos ya casi un mes de 2020 y voy con un poco de retraso, pero quería planificar bien la vuelta al blog. Y ya sabéis lo que dicen, […]
Una perspectiva personal sobre los videojuegos
Sé que llevamos ya casi un mes de 2020 y voy con un poco de retraso, pero quería planificar bien la vuelta al blog. Y ya sabéis lo que dicen, […]
Sé que llevamos ya casi un mes de 2020 y voy con un poco de retraso, pero quería planificar bien la vuelta al blog. Y ya sabéis lo que dicen, «nunca es tarde si la dicha es buena». Llamemos a esto una nueva etapa. O, al menos, tengo la intención de que lo sea. Como veis, el diseño del blog ha cambiado de nuevo para mostrar un diseño más «profesional» quizás, pero sobre todo más limpio. Los artículos destacados irán cambiando con más frecuencia y me gustaría volver a los dos o tres artículos al mes. En 2020 tengo muchos propósitos y uno de ellos es volver a escribir por placer. Y ¿qué mejor manera que hacerlo que hablando de los juegos que me han marcado en la década pasada?
Sé que todos esperáis, con razón, que este repaso lo abran mis dos sagas favoritas de BioWare. Pero como eso es predecible y además lo sabéis de sobra, los voy a dejar para el final. Así doy un poco más de protagonismo a otros juegos que también me han gustado mucho, aunque no hayan desatado la locura. No es un artículo sobre lo que yo creo que son los mejores juegos de la década (por ejemplo, no encontraréis The Last of Us porque me dan tanto miedo los zombis que no lo he jugado), sino que son juegos que a mí, personalmente, me han marcado o me han gustado mucho. Tampoco hablaré de ellos en ningún orden particular, sino que están expuestos según se me han ido ocurriendo. Dicho esto, vamos al lío (con spoilers). Mis juegos favoritos de la década.
Desde el momento en que vi el primer trailer supe que la historia de Aloy me iba a gustar. ¿Máquinas con formas de animales? ¿Un mundo prehistórico años en el futuro? Ya de por sí la premisa pintaba muy interesante, pero la joven Nora cumplió con creces lo que prometía. Incluso cuando, a veces, la historia resultaba predecible. La razón de la coincidencia genética la supe desde el primer momento, pero lejos de hacerme sentir estafada o decepcionada por utilizar algo tan «obvio», lo que sentí fue satisfacción cuando por fin el argumento te confirma tu sospecha.
Pero además de la maravillosa historia que Horizon: Zero Dawn nos cuenta, disfruté enormemente del mundo tan rico y diverso que encontré en él. Aunque no tardé demasiado en conseguir la mochila de viaje instantáneo infinita, casi siempre iba andando de una punta a otra del mapa, solo por disfrutar del paisaje y del modo foto. ¡La cantidad de horas que he dedicado a hacer capturas!
Uno de mis juegos favoritos de la década y de la generación, sin duda alguna, y que recomiendo siempre que puedo.
Del último juego de la historia de Ezio ya hablé en este artículo, pero no sería justo dejarlo de la lista solo por eso. Normalmente la gente considera que AC Revelations es de las peores entregas de la saga y presenta un argumento que ya ha exprimido al maestro asesino todo lo que ha podido. No niego que eso sea así. La historia de este personaje podría haber acabado perfectamente en Brotherhood y no habría pasado nada, pero creo que, a pesar de las malas prácticas Ubisoft en aquellos años, el equipo de desarrollo consiguió presentar un gran cierre para el personaje.
Como jugadores hemos acompañado a Ezio a lo largo de muchos años. Aunque fuera ya adulto cuando le conocimos, le hemos visto crecer, madurar y entregarse a una causa mayor que su propia vida. Recuerdo que AC II me transmitía mucha soledad, Brotherhood esperanza y Revelations nostalgia. Con este último juego vemos la culminación de la obra de Ezio y cómo, por fin, es capaz de encontrar tiempo para sí mismo. Pero tengo que decir que aunque me encanta que Sofía apareciera en su vida, es la conexión con Altaïr la que de verdad terminó por tocarme la fibra sensible: «Ni libros, ni sabiduría. Solo tú, hermano mío».
En mi casa las películas del oeste siempre han estado a la orden del día. Mi padre siempre ha sido muy fan de los western (tiene una gran colección) y, desde pequeña, he aprendido a apreciarlos. De hecho, un comentario muy habitual entre mi padre y yo es «esta ya la he visto». Así que cuando descubrí Red Dead Redemption supe que tenía que jugar. «Pero Paz, que antes de este salió el Red Dead Revolver». Toda la razón, pero yo me inicié directamente con la historia de John Marston.
Poco puedo decir de este juego que no se haya dicho ya. Me encantó la historia, explorar su mundo y las posibilidades que ofrecía. Ver forajidos y charlatanes. No tanto que mataran a mi caballo, pero son cosas que pasan. Además, también lo disfruté mucho porque compartí la experiencia con mi padre. Puede que él no juegue a videojuegos, pero de vez en cuando le gusta sentarse a mirar mis partidas y Red Dead Redemption fue uno de sus favoritos.
Lo próximo será pasarme RDR2, que lo tengo a medias.
Ya hablé largo y tendido de la creación de Tequila Works en mi artículo de 2017, así que no me extenderé mucho. RiME es uno de esos juegos que, detrás de su aspecto agradable, esconde un jarro de agua fría para los jugadores que han conectado emocionalmente con él. El primer nivel de la isla tiene un mapa colorido y desenfadado que entra por los ojos, pero también es solitario y misterioso. Cada zona que visitamos se va tornando más oscura, tenebrosa y extraña y el niño que se tiraba en bomba al agua empieza a tener miedo de las sombras que se encuentra.
No pude evitar llorar. RiME me dejó destrozada y, a día de hoy, no he podido volver a jugarlo.
Me encantaría poder enlazar aquí un artículo como he hecho con los anteriores, pero se quedó atascado en mis borradores después de ser incapaz de hacerle justicia al juego con mis palabras. What Remains of Edith Finch es uno de esos walking simulators que tanta gente desprecia por no reproducir las mecánicas habituales de los videojuegos. Pero la fuerza de esta aventura no está en la interacción del jugador con el entorno, sino en la narración de su historia. Somos partícipes de su mundo simplemente con el acto de caminar. Y mientras lo hacemos, nos ponemos más que nunca en la piel de su protagonista.
No me esperaba para nada la historia de este juego, aunque cierta parte del final sí porque nada más empezar enfoqué a la cámara a los pies (para ver si se veían o estaba flotando en el aire) y pude percibir algo que luego es importante. Pero aun así, me dejó… ¿impactada? Desde luego, estuve un tiempo sintiendo ese vacío existencial que nos abruma cuando acaba algo que te ha marcado.
Un regalo inesperado de un amigo que no esperaba que me iba a gustar tanto. Aunque si estilo gráfico llamó mi atención desde el primer momento, es de esas cosas que tardo siempre en probar si no hay algo externo que me impulse a ello. Pero qué alegría haberlo jugado. A pesar de que la traducción de las rimas me ponía nerviosa casi de forma constante, la historia que cuenta es realmente bonita y la evolución de Aurora me encantó. Un cuento de hadas hecho videojuego.
Otro juego del que he hablado en el blog por lo mucho que me gustó. Mediante puzzles, plataformas y un muñeco de lana que se deshace poco a poco, Coldwood Interactivex nos cuenta dos historias. Por un lado, la del pequeño Yarny en un mundo que es más grande que él. Por otro, la de su familia, que transcurre en segundo plano. A lo largo de 11 capítulos, el pequeño Yarny recorre los escenarios que significaron algo importante para un personaje al que, en realidad, nunca vemos. Cada capítulo es un recuerdo, y cada recuerdo, una lección de vida. Las palabras escritas en un viejo álbum de fotos destilan cariño, introsprección y experiencia. Como decía en el artículo que escribí en su día, lo importante del juego no son los puzzles o las plataformas, sino lo que uno siente mientras lo juega.
Una maravilla de juego que me marcó muchísimo (hice hasta mi propio muñeco de Yarny). Espero poder jugar pronto a su segunda parte.
La historia de Max me cautivó desde su primer capítulo, quizá por esa atmósfera nostálgica e introspectiva que acompaña a la protagonista donde quiera que vaya. Puede que yo no tenga poderes para controlar el tiempo, pero siempre llevo encima ese mismo aire reflexivo que parece más apropiado de alguien bajo la lluvia cuestionándose su vida. En fin, volviendo al juego, la historia de Life is Strange me mantuvo cautivada hasta su final gracias a su historia inicialmente inocente: dos amigas que se reencuentran años después de su separación. Los problemas personales de Chloe y el sentimiento de culpa de Max las impide unirse como antes. Tuve la sensación, durante todo el juego, de que Chloe me estaba chantajeando constantemente para salirse con la suya: «si de verdad eres mi amiga harías esto por mí». Entiendo que el personaje ha pasado por cosas horribles (la muerte de su padre, el sentimiento de abandono por su pérdida y la marcha de su mejor amiga, la desaparición de Rachel) y que Max se siente culpable, pero aunque tomé ciertas decisiones empujada por esa culpabilidad, me sentí incapaz de profundizar en la parte romántica de la relación por esa actitud de Chloe.
Pero más allá del posible romance, con el que tantas personas se han sentido conectadas, lo que a mí me marcó fue la representación de la inevitabilidad del destino. Hagas lo que hagas, la fría garra de la muerte va a seguir buscando su oportunidad para llevarse a Chloe. Da igual lo que hagas para impedirlo, las veces que alteres el tiempo: su destino era morir de un disparo en los baños de la academia y por muchas realidades paralelas que crees, el tiempo es inexorable y tiene una víctima pendiente de cobrar.
La resolución de Life is Strange no me pilló por sorpresa y en ningún momento me sentí culpable por la decisión que tomé. Tenía muy claro hacia dónde iba la historia y que habría que hacer para parar la catástrofe. Lo que sí me dejó mucho más impactada y es la historia de la desaparición de Rachel. La perversión de una persona, el sufrimiento de los supervivientes y, de nuevo, la inevitabilidad del destino. Eso sí que me dejó con el corazón roto.
Sé que la saga Fire Emblem tiene tantos años como yo, pero yo no la descubrí hasta Fire Emblem Awakening. Acababan de regalarme la 3DS y entre otros juegos, mi chico compró este. A priori no era el tipo de juego que me gustaría a mí. ¿Un RPG táctico? Lo siento, pero la estrategia no va conmigo, yo soy más de fuerza bruta y arramplar con lo que se me ponga en medio. Sin embargo, una vez empecé y descubrí sus magníficos personajes, no pude parar. Me quedé colgada de Chrom casi al momento y del resto de personajes poco a poco. Mi manera de jugar se centraba más en conseguir que los compañeros mejorasen su nivel amistad que en establecer una estrategia que me permitiera ganar las partidas con el mínimo número de bajas. De hecho, como el nivel de dificultad que elegí no tenía permadeath, rara vez tuve que centrarme en el combate tanto como para evitar que los mataran a todos.
Fire Emblem Awakening no solo es uno de mis juegos favoritos de la década, sino el juego que me descubrió esta saga. Después de la historia de Robin me sumergí en los tres universos de Fire Emblem Fates (Birthright, Conquest y Revelations) varias veces, de lo muchísimo que me gustó también. En cuanto pude, le eché mano también a Fire Emblem Echoes: Shadows of Valentia (aunque este no me gustó tanto) y recientemente a Fire Emblem: Three Houses, cuya historia y personajes me han gustado tanto que aún no he sido capaz de jugar las dos sendas que me quedan (pero espero poder hacer dentro de no mucho). Hasta probé el juego de móvil de Fire Emblem, aunque no terminé de verle la gracia.
Desde luego, esta saga ha sido todo un descubrimiento para mí y voy a seguir de cerca cada entrega.
He dedicado casi 1000 horas ya a este juego. ¿Cómo iba a dejarlo fuera de la lista? No es que Los Sims 4 me haya marcado emocionalmente como el resto de juegos citados aquí, pero desde luego tiene algo de magia como para que, 5 años después de su lanzamiento (y 20 años ya desde la salida de la primera generación) siga jugando como el primer día.
Creo que uno de los principales culpables de que dedique tantas horas son las mucho más sencillas herramientas de creación. En ninguna de las entregas anteriores (si acaso Los Sims 3, pero muy poco) me dediqué a construir casas para mis familias. O, por lo menos, casas que no fueran un cuadrado. En Los Sims 3 solía comprar un solar de tamaño medio y me hacía mi casa a base de cuadrados (un por habitación). Pero ha sido en Los Sims 4 cuando he exprimido de verdad las posibilidades del juego. De hecho, es la primera vez que voy casi al día con las expansiones (me falta la del Reino de la magia, que no me interesa anda) y siempre que se hace algún anuncio estoy pendiente de las novedades y de las posibilidades que me ofrecen como creadora.
Pero no solo me he dedicado a construir. También he seguido las andanzas de una familia durante generaciones, aunque entre partida y partida solía dejar de jugar durante varios meses. He dejado, por fin, de pensar en el futuro de mi familia en Los Sims para intentar crearles historias: por ejemplo, mi Sim actual ha dejado la casa de sus abuelos (una preciosa mansión clásica con un gran jardín en Brindleton Bay) después de que su mujer lo abandonara y se ha mudado a Sulani, donde ha dejado atrás la fama de ser actor para dedicarse a sanar la isla.
Creo que es la primera vez que estoy contenta con Los Sims y no tengo ganas de que Maxis y EA se lancen a crear una nueva generación.
Otro juego del que tengo un artículo en borradores desde que lo terminé y que nunca me decido a publicar. Mi relación con God of War es un poco particular, porque aunque siempre me ha gustado mucho, he tenido ciertos problemas para mantener la regularidad en el seguimiento de la saga. Las entregas de PS2 las devoré en cuanto las tuve en mis manos puesto que es el tipo de juego ideal para mí (pensado para ir a saco) pero en PS3, a pesar de que tenía ganas de jugarlos, me costó interesarme por las historias. No me preguntéis por qué, a veces me pasa que me cuesta mucho empezar los juegos.
La historia de Kratos se convirtió en una de mis favoritas, por eso, cuando se mostró el primer trailer de su nueva aventura, me quedé impactada y con muchas ganas de jugar. Y al contrario de lo que me había ocurrido la pasada generación, en cuanto lo tuve en mis manos empecé la historia. He disfrutado cada minuto de este juego observando las interacciones de Kratos con su hijo, recorriendo cada rincón de su mundo, muriendo a manos de las valkirias, resolviendo puzles o haciendo fotos (aunque esto último menos, porque la actualización del modo foto llegó cuando estaba ya cerca del final). Me parece maravillosa la ambientación de este God of War y cómo va preparando el terreno para lo que estar por venir. Y cómo, sobre todo, Atreus pasa de ser un personaje «irrelevante» en apariencia y convertirse en el verdadero protagonista.
He hablado largo y tendido de estas sagas y lo mucho que me han marcado. Es verdad que el primer juego de Mass Effect no podría entrar en esta lista, pero no es justo dejar la trilogía coja. Quizá mi fervor por la saga de Shepard no sea el mismo que hace unos años, pues que ya no hablo, como y respiro Mass Effect, pero el cariño que le tengo no ha cambiado en absoluto. De hecho, me sigue encantando regresar de vez en cuando a los juegos y, con un poco de suerte, descubrir cosas que se me hayan podido escapar. Muchas de las cosas que aprendí para mi libro fue investigando sí, pero otras muchas fue a base de jugar una y otra vez. Pero bueno, cómo no me iba a marcar Shepard con su increíble historia, sus maravillosos personajes, sus dolorosas decisiones y lo increíblemente divertido que es cada juego. Nunca me cansaré de recomendarlo. Ojalá BioWare se deje de hacer de rogar y anuncie de una vez el remake (ya para PS5) que todos sabemos que están trabajando en ello.
Cuando alguien me ha preguntado qué tiene Mass Effect para haberme marcado tanto. Para, casi 8 años después del lanzamiento de su tercera entrega, seguir hablando del juego con el mismo cariño del primer día. Para no cansarme de él. Supongo que una de las cosas más importantes de la saga es que me permite soñar con lo que hay fuera de nuestro planeta. Creo que esa necesidad de saber qué hay en lo desconocido es algo inherente a nuestra naturaleza humana, pero no me engaño: las posibilidades de que, mientras yo esté viva, se haga el descubrimiento de vida extraterrestre son realmente bajas. Por eso Mass Effect, y Star Wars antes que esta saga, siempre me han gustado tanto. Porque me permiten pensar en que, a lo mejor, fuera de las fronteras de nuestro sistema hay otras civilizaciones avanzadas que han descubierto la manera de cooperar. Imaginamos que existen (no puedo decir «sabemos» porque, aunque es lógico, en realidad no lo hemos comprobado), imaginamos que pueden tener un nivel de desarrollo como nosotros. O más. O menos. Pero nuestra galaxia es enorme y hay demasiadas cosas que aún desconocemos. Mass Effect es esa puerta que un día me encantaría ver abierta (sin la amenaza a la vida, por supuesto).
Dragon Age, por su parte, aún no ha concluido su historia y eso hace que esté muy implicada emocionalmente. Desde que descubrí la saga en su segunda entrega no he podido dejar de jugar y pensar en todos los misterios que esconden sus leyendas, sus diálogos y sus aparentemente personajes secundarios. A diferencia de Mass Effect, aquí no hay un mundo que me gustaría descubrir un día. Sino un universo que me permite evadirme del mío. Soñar con ser una heroína a base de pequeñas decisiones o de grandes acciones que sacuden naciones. Después de que Dragon Age Inquisition me diera una bofetada en la cara y me gritada NADA DE LO QUE CREÍAS ES VERDAD, THEDAS ESTÁ CONSTRUIDO SOBRE UNA MENTIRA, me quedé con la necesidad de saber cuál es el futuro de los habitantes de ese mundo. Espero que BioWare haga un buen trabajo en el próximo juego, alejados de las crisis y las campañas de destrucción.
Me muero de ganas por saber qué nos espera en la próxima década. Para empezar, vamos a tener una nueva generación de consolas, con los avances que eso supone. Tenemos a Stadia, que aunque no haya tenido el impacto que auguraba, es una propuesta interesante que podría cambiar (si se mejora) nuestra forma de jugar. Tenemos la Nintendo Switch, con su híbrido de portátil y sobremesa… ¡Tenemos tantas cosas! Si este blog sigue en activo en 2030 (espero que sí, ya va camino de cumplir 7 años y eso es más de lo que esperaba que durase cuando lo inicié) haremos un nuevo repaso de la década.
(Por cierto, es muy posible que actualice este artículo en cualquier momento, porque estoy segura de que hay más juegos que deberían estar aquí y ahora mismo no recuerdo)
Me encanta ver What Remains of Edith Finch en esta lista de juegazos!! Lo amé y el final me dejó sorprendido!!!
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Es un juego tan bonito que te pilla totalmente desprevenido :)
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