Videojuegos y la [in]corrección política
Las últimas semanas han sido, en el sector de los videojuegos, una nueva rueda de polémicas por el lanzamiento de Kingdom Come: Deliverance, al no tener diversidad racial y presentar […]
Una perspectiva personal sobre los videojuegos
Las últimas semanas han sido, en el sector de los videojuegos, una nueva rueda de polémicas por el lanzamiento de Kingdom Come: Deliverance, al no tener diversidad racial y presentar […]
Las últimas semanas han sido, en el sector de los videojuegos, una nueva rueda de polémicas por el lanzamiento de Kingdom Come: Deliverance, al no tener diversidad racial y presentar a las mujeres como una recompensa para el jugador (acostarse con una mujer en la casa de baños sana al personaje y de recompensa con un extra llamado «Alpha Male» que aumenta su carisma), todo esto aderezado con que uno de sus principales creadores, Daniel Vávra (me encantaría decir «el» creador, pero no debemos olvidar que el juego ha sido desarrollado por un equipo) es reconocido gamergater, machista y xenófobo (nazi, según dicen algunos por las redes).
Como siempre, los defensores del juego han utilizado las palabras «rigor histórico» (medievo™) para desacreditar a aquellos que denunciaban la falta de diversidad. Lo cierto es que no soy historiadora, así que no quiero meterme en esta cuestión porque no tengo muy claro que pensar. Menciono la polémica de Kingdom Come: Deliverance porque ha desembocado en, de nuevo, debates sobre lo «políticamente [in]correcto». Esta mañana ha salido una nueva viñeta de «humor» (la tenéis sobre estas líneas) en Meristation de Jaume Font Rosselló, el mismo que hace un año publicó otra por el estilo sobre las «damsel in distress» y un Yoshi cabreado con las feministas. Ahora, ha hecho una viñeta sobre la «corrección política» con un humor rancio y una conclusión que mejor no defino (jijiji ha dicho pene, qué transgresor). Una viñeta que me parece que choca con la línea que Meristation lleva intentando seguir desde su reestructuración y, aunque entiendo que decirle al autor lo que debe y no debe hacer sí sería censura, creo que deberían tener mejor juicio sobre si lo que publican encaja con la imagen que quieren construir o si es el mensaje que quieren transmitir.
Enarbolar el argumento de la [in]corrección política es muy fácil cuando no tenemos argumentos de peso para llevar la contraria a aquellos que defienden que los juegos (o películas, o cualquier otro medio de entretenimiento) no tienen por qué dar todo el protagonismo e importancia a personajes distintos al hombre blanco heterosexual (de ahora en adelante HBH). Cualquier intento de favorecer la igualdad de representación es tachado de corrección política y, lo que es más gracioso, CENSURA hacia los creativos, por no querer caer en los esquemas clásicos de, por ejemplo, mujeres objeto. Pero nunca se habla de que seguir el mismo esquema de representación (HBH) sí podría acusarse (ya que nos ponemos en este plan) de corrección política, para no ofender a esas personas que se ponen nerviositas cuando sus videojuegos empiezan a evolucionar y dejan atrás cánones anticuados.
La humanidad es diversa en rasgos físicos, orientaciones sexuales y, como espero que nadie ponga en duda, personalidad de sus individuos. Crear una mujer «fuerte» (como se denomina a aquellas que se alejan del arquetipo «damsel in distress») o un hombre trans no es corrección política, es trasladar a la historia gente que existe, lo que no debería ser más problemático de crear y aceptar que un personaje varón, blanco, de pelo y ojos castaños y una cicatriz en su brazo (por ejemplo), que hay en tantas historias. Y tengo que decir, también, que mostrar la sexualidad de un personaje no hetero no es «agenda», porque no creo que a nadie le sorprendiera (aunque está empezando a generar reacciones negativas) encontrarse en un libro o guion la frase «los ojos de [hombre X] se demoraron en los turgentes senos de [mujer de turno]». Y mientras se siga dando por hecho que cualquier personaje es hetero hasta que se demuestre lo contrario «aclarar» su sexualidad será necesaria para comprender que la diversidad no es sólo poner personajes de otras razas o mujeres que desprecian lo «cursi». Es aceptar que no sólo existen unos determinados esquemas de personajes. Y eso es algo que sólo se consigue comprendiendo el mundo que nos rodea y denunciando aquellas historias, ya sean videojuegos, películas o novelas, que se limitan a reproducirlos una y otra vez. Porque mientras sigan ocurriendo casos como el de Laura Gallego, que se vio en el centro de la polémica por no incluir personajes LGBT simplemente porque cuando se pone a crear a los personajes de sus novelas, «no se le ocurre», seguiremos sin darnos cuenta de que el mundo en el que vivimos está cambiando y los roles y costumbres que generación tras generación se nos ha querido inculcar ya no funcionan.
Cuando suceden estas cosas, como lo de Kingdom Come (y tantos otros juegos) o la viñeta publicada en Meristation, y alguien expresa su malestar ante la falta de representación, no debemos llamarlos exagerados, piel fina o adalides de lo políticamente correcto, sino pararnos a pensar si hay algo que, desde nuestra posición, no comprendemos porque no lo hemos vivido. Porque si hay algo que siempre ocurre, es que los defensores de la «libertad creativa» saltan en cuanto alguien menciona que su juego tiene aspectos machistas, racistas o homófobos (ya sea por acción u omisión) o, por supuesto, cuando se da protagonismo a personajes no HBH, pero nunca cuando reproduce cánones anticuados por el mero hecho de «haber sido siempre así»
Porque esto no va de censurar, va de comprender el mundo en el que vivimos y que, igual que la sociedad evoluciona, nuestras creaciones también deben hacerlo. Porque al final, aceptar esto no sólo es beneficioso para los videojuegos y su comunidad, sino también para nosotros como sociedad.
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