Hace unos días otra polémica salpicaba el mundo de los vídeojuegos. ¿Y cuándo no? Esta vez la indignación gira en torno a Tracer, el personaje más representativo de Overwatch, y su cómic ‘Reflections’. ¿Qué ha pasado? Que en el cómic se desvela que tiene pareja. Una mujer llamada Emily. Tracer es lesbiana y los jugadores se han revolucionado.

Tracer y Emily

La discusión viene, como no podía ser de otra manera, por la sorpresa y la incredulidad ante la orientación sexual de este personaje. Es que eso no puede ser. Eso había que haberlo avisado desde el principio, antes de que me encariñara con ella, porque claro, si es lesbiana, no entra en mis cánones y ya no vale. Esto, por supuesto, no es mi línea de pensamiento, sino la de muchos jugadores que hasta han llegado a pedir que les devolvieran el dinero. Es curioso, porque cuando hace unos meses se debatió sobre la sexualización o no de Tracer, muchos enarbolaron el argumento de exagerados y ‘piel fina’ a quienes se quejaron y les acusaron de querer censurar a los creadores. Se ha hablado de agenda, de ser políticamente correcto, de contentar al colectivo LGTB y enfurecer a las ‘feminazis’ (???), comentarios homóbobos, o incluso aplausos por «cumplir la máxima fantasía masculina: dos mujeres enrollándose». Todo esto sepultando las buenas críticas y la alegría por este nuevo paso dado hacia la igualdad en los videojuegos.

Creo que el principal problema que tenemos cuando nos llevamos estas sorpresas y las convertimos en noticia, es que damos por hecho que todo personaje es heterosexual mientras no se diga lo contrario. No es extraño que se piense eso, dada la sociedad en la que vivimos y lo mucho que aún hay que avanzar para conseguir la igualdad y la ‘normalización’. Pero de nuevo caemos en la casa del árbol y el miedo al cambio. Los videojuegos no van a dejar de ser divertidos, de emocionarnos, sólo por representar personas diferentes. La orientación sexual o identidad de género no debería ser un tema de debate e indignación, como tampoco la igualdad de género o racial.

Sé que pido algo difícil, al menos de momento, pero estaría bien que reflexionáramos qué queremos conseguir con estas quejas tan, desde mi punto de vista, absurdas. ¿Cuál es el objetivo? Han pasado varias décadas desde que los videojuegos dieron sus primeros pasos, y así como la sociedad evoluciona, ellos deben hacer lo mismo. El camino es largo, pero se puede recorrer si no nos ponemos la zancadilla nosotros solitos.

PD: Espero que los detractores de Tracer y Emily no hayan entrado nunca en la etiqueta de Overwatch en Tumblr