Horizon Forbidden West o el despertar de Aloy

Sé que llego muy tarde a la fiesta de artículos sobre Horizon Forbidden West. Incluso para el DLC, que salió en PlayStation 5 el pasado mes de abril. Pero aunque los momentos en los que me siento a escribir son cada vez más escasos, hay una cuestión sobre este juego que llevo tiempo queriendo tratar y nunca había tenido «tiempo» de ponerme con ello. Hasta hoy. Y es lo mucho que se ve la evolución de Aloy en HFW.

Cuando conocemos a Aloy en Zero Dawn nos encontramos a una joven acostumbrada a trabajar por su cuenta y con un fuerte sentido de la justicia. Su vida como paria, expulsada de la tribu desde el momento de su nacimiento, moldeó su personalidad, determinando cómo afrontaría los desafíos que el mundo arrojaría en su camino y, también, su actitud frente a las personas que se encontraría en sus viajes.

Sus años aislada de otras personas de su edad, educada por Rost en las costumbres Nora pero sin un arraigo a la tribu, deliberadamente ignorada por la mayoría de la gente que se encontraba reforzó su determinación de convertirse en alguien capaz de valerse por sí sola, sin importar el desafío que tuviera que afrontar. La prueba de los Valientes es el catalizador de todo esta evolución, su objetivo de superarla para comprender por qué fue apartada del que debería haber sido su pueblo, para comprender mejor quién es en realidad. Pero eso fue solo el principio, porque como sabemos, los misterios de su origen eran más profundos que ser la niña sin madre, y eso la lleva a una misión que la convertiría en la salvación de un mundo condenado, aunque la mayoría no conozca la realidad de la historia.

Pero no es eso lo que nos ocupa hoy. Las idas y venidas de Aloy en su primera aventura con Sylens, los Eclipse, Hades e incluso los Banuk se han tratado decenas de veces en los 6 años que han pasado desde el lanzamiento del primer juego. Es de Aloy de quien quiero hablaros hoy, porque al contraponer ambas historias, es palpable cómo nuestra heroína ha crecido con los años y con las pruebas que la vida le ha puesto a cada paso.

La prueba de los Valientes supone su primer contacto con jóvenes Nora de su edad desde el incidente de la piedra cuando era una niña. Ahí vuelve a encontrarse con la intolerancia de la tribu ante aquellos que no encajan en su sociedad, pero también con la acogida de quienes ven algo más que una paria, como ocurre con Teersa y Vala que la reciben con calidez. Poco después debe emprender su viaje en solitario para buscar explicaciones y justicia frente al ataque sufrido por una tribu que, hasta entonces, nunca había sido la suya. Una de las pistas que sigue le lleva a conocer Varl, hijo de la cacique Sona. Y aquí es donde podemos ver la diferencia de actitud entre Aloy, que ha estado aislada toda su vida, y Varl, que ha crecido en sociedad. Para Aloy, conocer y ayudar a Varl no es diferente de encontrarse con un viajero en el camino y ayudarle a sobrevivir el ataque de unas máquinas. La actitud de la joven con cualquier persona que se encuentra en sus viajes es siempre directa, cordial y dispuesta a ayudar, a veces con poca paciencia si el otro se muestra arrogante o desdeñoso. Varl, desde el momento que conoce a Aloy, se siente predispuesto a conocerla mejor por haber intentado salvar a su hermana y al resto de los jóvenes Valientes que fueron atacados durante la prueba. Su ayuda en la búsqueda de Sona y el ataque sobre los soldados Eclipse en Sed del Diablo suponen, para Varl, algo más de lo que haría un desconocido. Para él, la inestimable ayuda y el apoyo de Aloy en momentos así la convierten en su amiga, aunque la joven Nora sea incapaz de darse cuenta. Y no es para extrañarse, cuando nunca ha tenido la oportunidad de forjar esa clase de lazos.

Y no le pasa solo con Varl, le ocurre lo mismo con Erend. El Oseram también tuvo una actitud muy abierta con Aloy desde su primera conversación, cuando le ofreció una vida diferente si alguna vez visitaba Meridian. Y cuando por fin lo hace, se encarga de darle salvoconducto a la ciudad, le presenta al Rey Sol Avad y confía en ella para resolver el asesinato de su hermana. Cierto que es hay un punto diferente en esta relación respecto a Varl, al conocerse primero en las tierras nora. Pero el resultado es el mismo: Aloy se implica porque Erend y Avad claramente necesitan ayuda y todos, incluida la víctima, merecen justicia. Quizá sí veo en estas relaciones un poco más profundidad en los lazos, pero siempre me ha dado la sensación de que la protagonista se siente igual respecto a todos «qué majos son pero no tengo tiempo». Solo con Avad parece que los creadores nos encaminan hacia un tipo de relación distinta, aunque en manos del jugador queda cómo apagar esa chispa de enamoramiento desesperado.

Podríamos seguir analizando las relaciones que Aloy establece en Horizon Zero Dawn: Teb, Nakoa, Talanah, Vanasha, Nil, Petra… Se cruzó en el camino de todos ellos cuando la necesitaban y ahí surgió una chispa de compañerismo y amistad para la que Aloy, aparentemente, no estaba preparada. No era algo que entrara en sus planes.

Este enfoque tan frío de sus relaciones puede no ser tan claro en Horizon Zero Dawn, donde los personajes ni siquiera aparecen mientras no haya una misión que les afecte, pero Horizon Forbidden West despeja todas las dudas. Cuando iniciamos el juego, nos encontramos con que Varl ha estado persiguiendo a Aloy desde que descubrió que había abandonado la ciudad carja la misma noche que derrotaron a Hades. Lógicamente, la joven tenía mucha prisa, con un mundo que aún no había sido salvado de la aniquilación pendiente de una búsqueda sin resolver. Y los casi 20 años que vivió sola con Rost, haciendo y deshaciendo a su aire lo que tocara en ese momento es lo que provocó una situación que a cualquier otra persona no le habría ocurrido: marcharse sin decir adiós. ¿Cómo Aloy iba a entender que su repentina marcha iba a herir a las los que habían luchado a su lado en la Batalla de la Ardiente?

Su encuentro con Erend vuelve a reflejar esta relación tan desigual. Donde Varl y el oseram consideran a Aloy una preciada amiga, ella no les tiene presentes de la misma manera. El dolor de Erend al hablar con ella, explicarle por qué se sentía así tras haber desaparecido sin dar explicaciones, es el punto de partida en el cambio de la protagonista. Y con ello Horizon Forbidden West transforma el enfoque del primer juego, en el que una sola persona lleva el peso del mundo sobre sus hombros, a uno en el que los aliados, los amigos que se encuentra en el camino, la hacen más fuerte. Ese es el despertar de Aloy, descubrir que no está sola en el mundo. Que aunque sus raíces genéticas pertenezcan al pasado, tiene mucho que vivir en el presente. Mucho más allá de la salvación de un planeta cuya condena fue el motivo de su existencia.

Las relaciones que establece en el Oeste Prohibido son más ricas de lo que experimentamos en Zero Dawn. Los NPC con los que interactuamos y que tienen alguna relevancia en la historia no desaparecen una vez cumplido su papel, sino que podemos encontrarnos con ellos en sus asentamientos listos para ofrecernos algún escueto comentario. Si bien es cierto que tampoco este cambio es la revolución, da la sensación de que la vida transcurre al margen de las actividades de Aloy, en lugar de quedarse congelado a la espera de su llegada.

Por supuesto, todos estos cambios se reflejan en el grupo que la protagonista reúne en su base. Ya no se limita a ayudar a quien lo necesita, sino que ella empieza a ser capaz de abrirse y compartir su carga con los demás. Quizá inicialmente no explique el motivo de su existencia, algo lógico si tenemos en cuenta la profundidad de la relación, pero sí lo fundamental: el planeta puede recuperarse pero aún hay una amenaza más que hacer frente. Una revelación que no creo que fuera fácil asimilar para nadie, pero que todos aquellos que se unen a Aloy son capaces de apoyar. Creo que es algo que da especial valor a Forbidden West, las relaciones humanas y la profundidad de los vínculos, mucho más allá de la enormidad de su mapa o el nivel de detalle de sus escenarios.

Con este grupo formado por Erend, Varl, Zo, Alva, Kotallo y Beta, vemos el enorme cambio de nuestra protagonista. Especialmente me gusta la evolución en su relación con Beta. Primero, porque demuestra que somos más que nuestros genes: son nuestras experiencias, lo que aprendemos de ellas, lo que nos moldea. Aloy, aunque apartada de la tribu, tuvo a alguien que la apoyaba, Beta solo tuvo aislamiento y desprecio. Aunque ambas tienen la inteligencia de Elisabet, cada una es su propia persona. Y en este choque de personalidad, donde Aloy no comprende los miedos de Beta y ella no entiende el arrojo de su gemela genética, donde más se puede apreciar el cambio de la protagonista. Ya en Zero Dawn se veía que la joven nora no tenía paciencia para ciertos diálogos, siempre queriendo ir directa al grano. Con Beta le ocurre lo mismo. No es hasta bien avanzada la trama, casi enfilando la recta final, cuando Aloy se detiene a intentar comprenderla. Para mí, sus diálogos iniciales son tan dolorosos como el reencuentro con Erend al principio del juego. Cada vez que los vivo, me dan ganas de gritar «¡cállate y escúchala un poco!». Pero si de primeras lo hubiera hecho, habría chocado con la personalidad y la evolución de la protagonista. Una vez más, necesitaba aprender a frenar, aprender a escuchar y alimentar su comprensión de los demás. Una barrera que derruir tras tantos años sin necesitar ese tipo de contacto.

Este crecimiento personal de Aloy en Horizon Forbidden West culmina en el DLC Burning Shores que se lanzó en abril, con la aparición de Seyka. Quizá porque su historia es más corta (lógicamente) que el juego principal, me pareció que el desarrollo entre ambas fue un poco apresurado. A diferencia del resto de personajes que acompañan a la protagonista en su aventura, con quienes ha vivido situaciones de gran peligro y donde la confianza jugaba un papel fundamental en la supervivencia, Seyka aparece para arramplar con todo lo que Aloy parecía ser. Lógicamente, soy perfectamente consciente (y experimentada) en esto de conocer a una persona y quedarte colgada de ella al poco (poquísimo) de conocerla, pero por el trabajo previo de Guerrilla con el resto de personajes, me choca el esfuerzo puesto en prender la chispa con estas dos.

No me pareció tan brusco el flirteo de Vanasha o Petra con Aloy, me la imaginaba perfectamente dando un par de pasos más con ellas dos (especialmente con Petra) a pesar de que las interacciones con cualquiera son más breves que las vividas con Varl o Erend (quien está, sin duda, prendado de la protagonista). Me hubiese gustado más que Seyka hubiera seguido siendo importante para Aloy, pero que el siguiente paso de la relación se hubiera desarrollado en la tercera entrega del juego. En el primero descubre el mundo más allá del Abrazo. En el segundo aprende que no está sola y puede confiar en otras personas. Y en el tercero culminaría con que su vida va más allá de salvar el mundo y reunir aliados y puede haber espacio para un amor más profundo. Quizá me estoy adelantando y precisamente esta es la intención del estudio, pero creo que el DLC no ha sido el mejor lugar para desarrollarlo, cuando los jugadores pueden perderse esta clave de la historia si no lo adquieren. Igual que Frozen Wilds ha tenido sus pequeños impactos en Forbidden West, es lógico esperar que Burning Shores lo tendrá también en la tercera entrega. Pero, ¿cómo será? ¿Nos encontraremos un diálogo como el de Avad en el prólogo? ¿Seyka no aparecerá y nos enamoraremos de otro personaje decidido por el estudio? (Me extrañaría que no apareciera). Creo que sería una pena que la relación de estos dos personajes se quedara en una anécdota.

Lo que está claro es que Aloy ha crecido mucho desde que se despidió de Rost a las puertas de Corazón de Madre. Estoy deseando conocer qué más aprenderá en su siguiente aventura, qué otras personas se añadirán a su círculo. Estoy convencida de que Guerrilla no decepcionará y nos dará la oportunidad de conocer nuevas tribus y de volver a ver a viejos conocidos. Solo espero que los años de desarrollo que tienen por delante, sean los que sean, sirvan para que los trabajadores del estudio puedan conseguir el juego que quieren con las mejores condiciones de trabajo.

Extra

Creo que una de las cosas que mejor reflejan lo que trato de expresar en este post son las dos versiones de «In the flood» the Horizon Forbidden West, que os recomiendo encarecidamente que escuchéis leyendo las letras (una es respuesta a la otra, o incluso una es Aloy y la otra es Beta).