El terror de una banda sonora nostálgica
Ya os hablé hace tiempo de un juego que marcó, por las pesadillas que me causó de pequeña, por mi perseverancia hasta terminarlo, cuando tenía 16 años, por la magnífica […]
Una perspectiva personal sobre los videojuegos
Ya os hablé hace tiempo de un juego que marcó, por las pesadillas que me causó de pequeña, por mi perseverancia hasta terminarlo, cuando tenía 16 años, por la magnífica […]
Ya os hablé hace tiempo de un juego que marcó, por las pesadillas que me causó de pequeña, por mi perseverancia hasta terminarlo, cuando tenía 16 años, por la magnífica historia de la que hace gala: Sanitarium. Pero este juego de ASC Games no habría conseguido sembrar el miedo en mí si no hubiera sido por su magnífica banda sonora.
La música de Sanitarium explota ese rango de sentimientos que puede desatar un piano bien utilizado, a la vez que lo acompaña con sonido reverberantes, ecos, y voces femeninas clásicas de un coro que más que angelical parece sacado del mismísimo infierno. Una banda sonora que entra en conjunto con la ambientación y el argumento del juego para crear un resultado poderoso. Y además, en ocasiones aprovecha ese clásico terror de mucha gente, la caulrofobia o miedo irracional a los payasos, calando ecos de sus risas.
Uno de los temas que se ha quedado grabado a fuego en mi memoria corresponde al nivel que más me asustó cuando tenía 8 años: The Innocent Abandoned. Ya no sólo por los niños mutados que vivían solos en un pueblecito decadente -o las pilas de cadáveres de sus padres escondidas en la escuela-, sino porque su música, bajo el mismo nombre, marcaba un ritmo lento que iba construyendo la tensión dentro de ti.
Aunque no todo era miedo en la banda sonora de Sanitarium, al igual que el juego era un viaje por los recuerdos y la tristeza de Max, el protagonista. El tema llamado Sarah representa, precisamente, este sentimiento ante la pérdida de un ser querido, la no comprensión ante su muerte. Max, sabe pocas cosas además de su nombre, pero recuerda que tuvo una hermana que nunca fue al circo, y a la que no pudo entregarle su juguete preferido antes de morir porque no lo encontraba. Toda esta conjunción de sentimientos se transmite en Sarah, fusionándose con el diseño del nivel.
Es difícil hablar de la banda sonora de esta forma, porque toda su potencia la alcanza mientras jugamos. No hay que explicarla, hay que sentirla, y por eso os recomiendo de nuevo que juguéis, si podéis, a Sanitarium.
Es curioso como las soundtracks son capaces alterar completamente el feedback y el feeling de los juegos, creo que muchos juegos fracasaron por sus malas bandas sonoras.
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