Hace casi dos años que me regalaron To the moon, pero entre mi adicción a Mass Effect/Dragon Age y mi tonta tendencia a dar prioridad a títulos Triple A, el pobre se había quedado cogiendo polvo virtual en mi biblioteca de Steam. Ayer por la noche decidí que había llegado su oportunidad, y me quedé enganchada hasta bien entrada la madrugada.

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A lo largo de las cuatro horas que dura To the Moon -de Kan «Reives» Gao y Freebird Games-, controlamos a los doctores Eva Rosalene y Niles Watts que trabajan para una corporación con una tecnología capaz de crear recuerdos en sus clientes. Al parecer, el conflicto entre los reales y los prefabricados es tal que solo debe realizarse en personas que están en su lecho de muerte, gente que quiere ver cumplido ese sueño que nunca llevaron a cabo. Y así es como conocemos a Johnny, un anciano que vive en un acantilado, cerca de un Faro y cuya mujer, River, falleció dos años antes.

Es difícil hablar de las maravillas de To the Moon sin reventar su historia. Lo que al principio parece una típica noche de trabajo para Rosalene y Watts, se va complicando según se avanza a través de los mementos -recuerdos significativos que conectan con una etapa anterior- y se encuentran cosas que no encajan, cosas que perturban nuestro «sencillo» trabajo, cosas que debemos esclarecer si queremos cumplir nuestra misión antes de que a Johnny se le acabe el tiempo.

Pero, ¿qué es lo que hace especial a To the Moon? No es su diseño pixelado, su paleta de colores, su perspectiva. Es su narrativa, en la que por una vez no somos los protagonistas, sino testigos, su banda sonora, su misterio… La nostalgia y la melancolía que impregna la historia mientras recorremos los recuerdos preciados de alguien que ha llegado a la última etapa de su vida. De alguien que tenía el deseo de viajar a la Luna. Alguien que nunca lo cumplió porque nunca supo por qué quería hacerlo. La vida no es fácil, la de nuestro anciano protagonista tampoco lo fue, y nosotros podemos ayudarle a quitarse esa espina clavada desde su infancia.

To the Moon es una historia conmovedora pero, sobre todo, es una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre esos profundos deseos que nunca cumplimos porque nunca nos lanzamos a perseguirlos, sobre esos momentos que, aunque no parezcan destacables, nos marcan de una u otra forma. Nuestra vida no sería igual sin ellos.

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