Aunque las políticas y cómo presentó Microsoft su nueva Xbox One me tiraron bastante para atrás, el haber podido probarla con calma en mi casa me ha permitido disfrutarla y… no os lo voy a negar, me ha sorprendido gratamente. No lo suficiente como para considerar que debe reemplazar a mi Xbox 360, pero desde luego no es tan mala como había pensado.

Eso sí, como punto «negativo» a la consola es que pesa un montón y es mucho más grande que la Xbox 360… y no se puede poner de pie, claro.

Además, el uso de Kinect también me sorprendió bastante. Con lo poco que me gusta este periférico, durante el tiempo que lo estuve probando no paré de usarlo… Tanto en juegos como en la interfaz. Estoy segura de que aunque nos parezca una tontería ahora o, por lo menos, algo innecesario, terminaremos usándolo de la forma más natural.

Y un punto MUY a favor de Kinect: fue capaz de reconocer a las tres personas que estábamos en mi habitación. Y no lo digo por el hecho de reconocer a tres personas, sino por la poca distancia que había del periférico a donde estábamos sentados. ¡Habrá un metro de distancia como mucho!