El juego que me marcó: Assassin’s Creed II
No puedo dejar de pensar en Assassin’s Creed II y en Ezio. Quizá porque me lo acabo de pasar otra vez y me ha recordado lo mucho que significó para […]
Una perspectiva personal sobre los videojuegos
No puedo dejar de pensar en Assassin’s Creed II y en Ezio. Quizá porque me lo acabo de pasar otra vez y me ha recordado lo mucho que significó para […]
No puedo dejar de pensar en Assassin’s Creed II y en Ezio. Quizá porque me lo acabo de pasar otra vez y me ha recordado lo mucho que significó para mí cuando lo completé por primera vez. Por un lado, recuperar la ilusión con una historia que, aunque llamativa, se había llevado de una forma algo floja a lo largo de todo Assassin’s Creed por culpa de su pesada jugabilidad. Por otro, una atracción hacia ese mujeriego llamado Ezio al que en la vida real nunca le habría dirigido la palabra por ser tan caradura. Qué incoherente soy a veces.
Pasando por encima su jugabilidad, muchísimo mejor que en el primero, y dejando la trama para unos párrafos más adelante, me llamó mucho la atención esa sensación de compañía que transmite. No estoy loca, tranquilos. En Assassin’s Creed, Altaïr era un asesino de los pies a la cabeza, motivado por su honor en caída libre y por su sentido del deber hacia la Hermandad. Pero casi no interactuábamos con otros personajes: Al Mualim, los que estaban en las casas de asesinos y poco más…
En Assassin’s Creed II tenemos cierto grupo de personas que nos ayudan y «acompañan» por decirlo de alguna forma, a lo largo de nuestro periplo por Italia. Ezio tiene una familia a la que cuidar después de la traición hacia su padre, un tío que les acoge… Y un buen amigo, Leonardo (¡Ajá! Has encontrado otra página. ¡Qué emocionante!). Más gente con la que interaccionar, aunque sirvieran a un propósito. Simple y llanamente, ¡más personas!
Nunca he visitado Italia, espero hacerlo algún día. Pero mientras voy, no voy, dejo de ir y supero mi pánico a volar, Assassin’s Creed II me sirvió para ver, aunque fuera de forma aproximada, cómo son los monumentos más importantes de Florencia y Venecia (Forli y San Gimignano no es que me llamaran mucho la atención). Cuando jugué por primera vez estaba en la carrera de Historia del Arte y, por favor, qué mejor manera de estudiar que viéndolo, ni fotografías ni nada. Trepar la preciosa cúpula de la catedral de Florencia, el campanario de la plaza del Duomo, ese mismo edificio… Venecia es muy bonita por sus canales, pero Florencia me ganó el corazón. Un absoluto arte a la hora de recrear las ciudades que, por fortuna, se ha repetido en todos los juegos de la saga.
Pero bueno, ¿cómo no he hablado de Ezio aún? Altaïr molaba, pero era un sabelotodo repelente con gran necesidad de esa cura de humildad que le dieron en Assassin’s Creed -a pesar de sus carencias, siempre será mil veces mejor que ese «quiero y no puedo» que fue Connor-. Ezio fue quien dio con la tecla. Un niñato mimado al que solo le preocupa molestar a los Pazzi, ir a la caza y captura de chicas guapas y colarse en casa de Cristina. Como bien dijo su madre, Maria, sobre las aficiones de su hijo, «non parlo di vaginas».
Pero lo de niñato mimado dura poco y, aunque mantiene su caracter socarrón, podemos ver cómo va evolucionando. De sus reticencias en cuanto a la «profecía», la Hermandad de los Asesinos y su venganza descubre que el mundo es mucho más grande de lo que imaginaba y que el complot contra su familia es parte de un plan mucho mayor. La venda que cubría sus ojos se quita para descubrir que los asesinos de su padre y hermanos no solo deben desaparecer por justicia, sino para salvaguardar Italia, y el mundo, del orden que quieren establecer los Templarios.
Y por encima de todo esto, por encima de Ezio, de Rodrigo Borgia y demás personajes de la época, está Desmond. El verdadero protagonista a pesar del poco caso que se le ha hecho. Él era la clave de todo, tal y como desveló Minerva al final del juego. Este nuevo punto de vista, impensable en el primer Assassin’s Creed, dio otra dimensión muchísimo más amplia a la franquicia. «Los que llegaron antes», el Fruto del Edén… algo que, para mí, alcanzó su mejor momento en Assassin’s Creed Revelations a través de Altaïr, pero eso es otra historia.
En definitiva, la historia de Assassin’s Creed II, con sus redondos y carismáticos personajes, el misterio alrededor del Fruto del Edén, Ezio, la banda sonora, el detalle de sus escenarios… Todo lo que forma parte del juego consiguió volverme adicta a la saga -al menos, durante un tiempo-, siendo el mejor de los que ya están en el mercado y conviertiéndose en uno de los juegos que me marcaron.
Este juego fue la razón del porque me jugué todos los demás juegos de AC que preceden de este (a excepción de los últimos dos porque no tengo un PC muy potente ni una PS4 o Xbox One) tal vez buscando revivir la esencia de este juego pero no. AC Revelation y AC3 me parecieron un poco tediosos de vez en cuando, AC Brotherhood, AC4 y AC Rough no estaban nada mal, pero aún así algo les falta. AC Brotherhood es uno de los mejores juegos de la saga y me ha gustado, aún así considero que el juego me decepcionó un poco sobre todo porque lo jugué inmediatamente después del AC 2. No podría decir cual es el elemento por el cual pasa esto. Pero el formato de AC2 era perfecto y creo que si los juegos siguientes hubieren mantenido el mismo formato hubiese sido mejor juego. No se, esas ganas de querer hacer más grande el siguiente juego consigue que pierda algo y lo peor de todo es que cada juego que venía después intentaba incorporar cada vez más cosas por sobre lo que ya había hecho el juego anterior casi sin evaluar si aquella incorporación del juego anterior fue buena o mala idea.
No se, si yo hubiese sido el director de AC tras ver que el AC2 sigue siendo el mejor juego de la saga yo pues retrocedería al estilo de ese juego eliminando cualquier incorporación y novedad que hayan tenido los juegos posteriores y desde allí probar cosas nuevas. Pero Ubisoft casi nunca hace eso y sigue sumando y sumando más ladrillos incluso sobre los pisos que quedaron mal hechos. Yo creo que es mejor demoler todo hasta llegar a esa base maravillosa que era AC2 y desde alli volver a construir. La idea de tener una hermandad de asesinos, quemar torres para ganar influencia en el mapa, los barcos, la caza de animales puede que no hayan sido mala idea pero tampoco son la gran maravilla. AC 2 no tenía nada de eso y era mejor que los AC que si lo tienen. Yo creo que sería bueno eliminar eso detalles y volver a probar desde abajo.
Por otro lado la historia también vale, no se el AC 2 tenía un toque más romántico y chulo al mismo tiempo. Los demás juegos a excepción del AC4 (que creo que recupera un poco de esto del AC 2) siempre los sentí un poco más amargos con una trama más depresiva o pesimista lo cual consigue que uno ande jugando con un animo algo cabizbajo (por ejemplo en AC Brotherhood, tus encuentro con Leonardo DaVinci me deprimían en comparación en como era esto en AC 2), tal vez si fuera una película o una serie o un libro lo aprobaría, pero en un juego la verdad es que se siente pesado y le baja la nota al juego.
También los acertijos del sujeto 16, en AC2 eran perfectos y muy divertidos, en AC Brotherhood se repitió la hazaña pero por alguna razón no se sintió igual, en AC2 era como más emocionante y los acertijos eran más divertidos de resolver, en el Brotherhood aveces me daba sueño.
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