Cuando empezó este año, me hice dos propósitos: uno, jugar a más indies; dos, jugar a más cosas, en general, que siempre termino reviviendo Mass Effect más de lo que disfruto de títulos nuevos. No he cumplido muy bien estas intenciones, pero al menos he jugado más variado. Mis juegos de 2016 no son todos de este año, pero nunca es tarde para descubrir nuevos títulos.

Inside

Jugué a la nueva creación de PlayDead para realizar el análisis para la Revista Gamer. Antes de ello había oído hablar muy bien de él y, con la experiencia de Limbo, tenía muchas ganas. No me decepcionó. La historia de Inside no está clara, cada jugador interpreta los acontecimientos que se plasman en la aventura. Para mí, un niño que escapa de un campo de refugiados, una historia que posiblemente encuentre su origen en la Lista de Schindler y el paralelismo entre la niña del abrigo rojo en un mundo gris y el protagonista con su colorido jersey. Inside parece ser, también, una crítica a la sociedad contemporánea, en la que las personas han perdido su humanidad y se mueven como autómatas controlados por unos pocos privilegiados; y además cualquier desviación de la norma es erradicada.

Fire Emblem: Fates

Jugué por primera vez a la saga Fire Emblem hace relativamente poco, cuando me regalaron Fire Emblem Awakening. Me gustó tanto, que Fates iba a caer en mis manos nada más llegase a las tiendas. Sin embargo, esta nueva entrega de la saga tiene una particularidad: una historia vista desde tres perspectivas, que corresponden a tres juegos distintos. Birthright y Conquest ofrecen los puntos de vista de una guerra desde el bando de Hoshido o de Nohr, mientras que Revelation completa las lagunas y amplía el conocimiento de una guerra cruel e inevitable. Más allá de eso, Fire Emblem Fates te pone ante una difícil decisión desde el primer momento: ¿a qué reino vas a respaldar? Los acontecimientos de cada uno, motivados por tu elección, son dolorosos en la gran mayoría de las ocasiones, y la sensación se va incrementando cuanto más aumenta tu conocimiento de la historia.

Pero más allá de su historia y de las conexiones entre cada versión, Fire Emblem: Fates mejora algunos aspectos de Awakening, proporcionándote tu propia fortaleza que construir, donde puedes relacionarte con tus aliados, crear familias… Para mí, este RPG táctico se ha convertido en uno de mis favoritos del año y ha reafirmado mi cariño por la saga.

Uncharted 4

No hace tanto que jugué a la trilogía original de Uncharted, porque tan sólo hace 3 años que me compré la PS3. Y no obstante, me enamoré de la historia de Nathan Drake desde el primer momento, a pesar de todos los clichés que tiene. Pero Nate mola, poca gente puede tener peor suerte que él (Lara es una gran candidata a ello). El desenlace del ladrón resuelve muchas cuestiones que yo estaba deseando ver, como su relación con Elena (eso me recuerda que tengo capturas de las casas para reproducirlas en Los Sims 4), con Sully y el futuro de todos. Además, también nos hablan del pasado de Nathan, del que sólo vimos un poco en la tercera entrega. Y, por supuesto, habla de la crisis de la mediana edad, de sentar la cabeza y de darnos cuenta de que no se puede ser un aventurero independiente por toda la eternidad. Me dolió un poco ese tufillo a «sentar la cabeza» a la manera tradicional que se mostraba al principio, aunque al menos Uncharted 4 no hizo con Nate lo que otras historias suelen hacer: «te casaste, la cagaste».

Y por otro lado, es bonito. Tremendamente bonito.

Life is Strange

Antes de que llegase a PS4, este año, Life is Strange se publicó en 2015 en formato por capítulos para PC. Puesto que aún no tenía la consola de Sony, estuve monitorizando al juego durante mucho tiempo, especialmente gracias a Tumblr, una red de blogs en la que, una vez se populariza un tema, se habla de ello durante meses. No recuerdo si me comí algún spoiler, pero la historia me ha marcado cada segundo. Life is Strange tiene mucha fuerza emocional, una joven que regresa a su pueblo natal y siente que no termina de encajar. Una vieja amiga que ha cambiado mucho más de lo que habrías podido imaginar. Y decisiones, muchas decisiones. Porque aunque Max tiene el poder de retroceder en el tiempo, las verdaderas consecuencias de sus actos no se dejan sentir de forma inmediata, sino que se van construyendo en un entramado en el que el vuelo de una mariposa desencadena un tornado. Jugar esta historia me ha costado grandes dosis de mentalización, porque cada elección que tenía que hacer me suponía un verdadero dilema, un temor a los acontecimientos que podría desencadenar. Y a pesar de todo, lo he disfrutado enormemente.

To the Moon

Comencé el año con este juego, a pesar de que se lanzó, en realidad, en 2011. Tiene delito, pero aún más cuando pienso que me lo regalaron hace uno o dos años y, por algún motivo que ahora no alcanzo a comprender, lo dejé de lado. No puedo decir mucho más del juego de lo que os conté aquí, pero su banda sonora, su historia y su sensibilidad aún me tienen marcada. Corto, pero intensísimo.

The Last Guardian

Muchísimos años esperando a que Fumito Ueda terminase su juego, dudando que llegase a hacerlo algún día y convirtiendo a The Last Guardian en un chiste recurrente sobre títulos retrasados. Pero ya está aquí, y Trico ha venido para rompernos el corazón a todos. Los juegos que presentan algún tipo de criatura de compañía (perros, varren, caballos, gatopollos…) tienen la habilidad de tocarme la fibra sensible desde el minuto uno. Con la llegada de Inna a mi vida hace casi 10 años, mi sensibilidad y conciencia hacia ellos se ha multiplicado por infinito, lo que me pone al borde de las lágrimas en más de una ocasión y me impide jugar a títulos en los que tenga que matarlos (a Far Cry no me acerco ni con un palo). Hay mucha controversia sobre The Last Guardian, debido principalmente a su apartado técnico. Y aunque es cierto que en ocasiones el sistema de juego y la cámara se vuelven torpes, para mí no ensombrece cómo me hace sentir. Uno de los mejores de 2016, sin dudarlo ni un minuto.

King Lucas

Desarrollado por el estudio español Devilish Games, King Lucas ha supuesto una agradable sorpresa. En ella encarnas a un guerrero que se ha visto envuelto en una misión que no deseaba: rescatar a una princesa. A regañadientes, y sólo pensando en la recompensa que obtendrá, cruza las puertas de un gran castillo repleto de bichos deseosos de acabar con su vida. El argumento del juego, a priori, es ese, pero más adelante se expande hasta niveles impensables. Encontrar a la princesa es fácil, y la primera vez me quedé con cara de WTF. Pero la historia, el juego, no acaba ahí. Después de esa princesa se pierde otra, y el castillo ha cambiado la distribución de sus habitaciones y desbloqueado unas nuevas. La siguiente vez tienes que encontrara otra persona que te dice el rey, y vuelve a pasar lo mismo. Hay muchísimas habitaciones por explorar… y ninguna pista más allá de tu orientación, o la brújula, si consigues suficiente oro para comprarla (aunque dura muy poco tiempo). King Lucas me ha sorprendido porque su dificultad es completamente adictiva, y aunque a veces frustra, no llega al punto de hacerte desear quitar el juego. Además, los puntos de control de permiten volver en cualquier momento o no perder mucho progreso si te matan (que, creedme, puede pasar). Y también tiene su toque táctico, al tener que pensar en las armas que se gastan, el uso de las pociones de salud… Un título indie al que quería haber dedicado un espacio mayor en mi blog por lo mucho que me ha gustado, quizá el año que viene lo haga.

Pokémon Sol/Luna

¿Cuántas veces nos hemos reído porque Pokémon se iba a quedar sin colores y no podría hacer más juegos? Quienes se rieron, al final, fueron los de Game Freak, cuando lanzaron Pokémon X/Y y, más recientemente, con Sol y Luna. Independientemente de los astros que darán nombre a futuros juegos (teóricamente, Z iba a ser uno y Eclipse otro), Sol y Luna han supuesto una renovación de la saga con 20 años a sus espaldas, lo que supone un soplo de aire fresco a la vez que se mantiene fiel a los elementos que han enamorado a los jugadores generación tras generación. La historia sigue esa tendencia a una mayor profundidad, no sólo el niño que quiere convertirse en el mejor entrenador del mundo. Se ha perdido, al parecer ya definitivamente, la idea de un rival como lo fueron Azul o Plata. Aunque ya son varios juegos los que presentan a un amiguito que siempre te reta a un combate (supongo que por eliminar ese elemento antagónico), creo que es la primera vez que un juego de Pokémon consigue despertar instintos homicidas contra uno de estos compañeros. Es verdad que Cheren, de Blanco y Negro, era insufrible, pero a Tilo le falta un hervor, o algo que le haga espabilar. Y su perpetua sonrisa es el colmo de su personalidad.

Pero dejando de lado este momento de bilis, Sol y Luna tienen muchos elementos buenos. El cambio de los gimnasios por los capitanes, aunque raro al principio, ayudan a entender tu progresión de otra forma, así como la conexión con los pokémon. Éste elemento, por cierto, es realmente importante. En las primeras generaciones se mencionaba de pasaba, y tus criaturas pocas veces eran algo más que meros combatientes. Desde la aparición de N en Blanco y Negro y su cruzada contra aquellos que hacían sufrir a los pokémon, el entendimiento entre criatura y entrenador es un tema mucho más central. Hay que cuidarlos, hay que quererlos, y aquellos que hemos sacado de su hábitat para encerrarlos en una Pokéball ya no están confinados en su interior, sino que pueden visitar el PokéResort. Creo que ha sido uno de los elementos que más me han gustado. Ya no me siento un monstruo.

Sí hay algo que me parece negativo: la tendencia a facilitar los combates. No puedo recordar la cantidad de veces que han derrotado a mi equipo a lo largo de las generaciones y, sin embargo, en X/Y sentí que me resultaba bastante fácil avanzar, especialmente con el repartir EXP. En Sol y Luna, se repite esta sensación de facilidad y sí sé que no me han derrotado ni una vez, y eso que tampoco me he dedicado demasiado a subir de nivel a mis Pokémon.

Y aun así, con todo, creo que es uno de los mejores Pokémon desde las primeras generaciones, con combates que parecen de verdad ocurrir en mitad de la calle, personajes redondos (aunque el protagonista sólo tenga un tipo de expresión), un Profesor Pokémon que está casado, una madre que por fin tiene su propio cuarto en casa…

De todas formas, hay una cosa que me gustaría resaltar. Aunque los capitanes con los que nos cruzamos son unos cuantos, en la página web oficial de Pokémon han resaltado cuatro, que no pueden ser más cliché: tenemos a Nereida, entregada a su familia; a Lulú, amante de la cocina, Chris, un gordopecero; y Kiawe, un macizo sin camiseta.

Virginia

Otro de los pocos indies que he podido jugar. Virginia, al igual que Inside, narra su historia a través los acontecimientos del juego, sin otro recurso narrativo que la imagen. Encarnamos a Anne Tarver, del FBI, que tiene que investigar a su compañera a la vez que esclarece los misterios de la desaparición de un joven. En esta historia podemos ver cómo el peso de la responsabilidad y de las decisiones moralmente cuestionables van haciendo mella en la protagonista, que sueña con su pasado, su presente y su futuro. La competitividad de una carrera profesional que requiere pisotear a otros para ascender, la crueldad de la humanidad, las relaciones entre un adulto y una adolescente (pederastia, vamos). Temas duros que, al final, tratan el existencialismo y te dejan con una sensación de vacío con la que no sabes muy bien qué hacer.

Los Sims 4

Este os habrá sorprendido, pero creo que este año es el que más caña le he metido a Los Sims, especialmente por la construcción de casas. Gracias a mi PC que, si recordáis, adquirí en noviembre del año pasado, he podido sacar partido a unos cuantos juegos y sí, Los Sims 4 es uno de ellos. He pasado de cargas lentísimas a tan sólo unos segundos con dos expansiones y varios packs instalados. He conseguido que mi familia, además de tener cinco hijos  (dos de ellos gemelos), haya completado todas las aspiraciones y alcanzado el nivel 10 en todas las habilidades (bueno vale, he utilizado un truco para hacerlos jóvenes una y otra vez). Pero, sobre todo, he mejorado mi habilidad para construir y decorar casas, creando hogares más bonitos y originales. Y, además, he descubierto que de verdad me encanta el diseño de interiores. Y, por cierto, una cosa que me encanta, han dado un paso más hacia la igualdad de representación de géneros.