Fantasía Gamer

¿Por qué juegas a videojuegos? Eso preguntan algunos, que no comprenden que esta forma de entretenimiento pueda suponer algo más que unas horas perdidas frente a una pantalla.

Cada persona tiene una forma de interpretar esos momentos, desde la simple diversión, solo o en compañía, hasta la manera de vivir una historia de primera mano, interiorizando sus experiencias.

Yo juego, porque cada disco introducido en mi consola es un mundo que se abre ante mis pies. Una nueva aventura cuyo desarrollo en algunos casos depende de mí y de mis decisiones.

Es una manera de conocer nuevos lugares, aunque no existan.

De perderme en sus universos hasta que la realidad necesita poner de nuevo mis pies sobre la tierra.

Cada protagonista que encarno establece conmigo una relación casi simbiótica, pues él no puede avanzar en su historia si no es a mi lado, y yo no puedo disfrutarla si no lo ayudo en sus andanzas.

Sus logros son los míos, sus alegrías, sus pesares… Puedo sentir sus emociones en mi piel gracias a esa conexión que nos ha unido, aunque solo haya sido durante unas cuantas horas.

Y con él, cada compañero que nos encontramos en el camino, que nos ayuda y completa, al igual que el enemigo que nos desafía, nos pone a prueba y nos lleva al límite.

Yo juego porque, más allá de las horas de entretenimiento que supone, me proporciona miles de historias para vivir, para interiorizar, para hacerme ver el mundo que me rodea de otro modo.

Cada uno tiene una enseñanza, intencionada o no.

Y todas estas cosas que me aportan los videojuegos, no las cambio por nada del mundo.