Otro año más que llega el otoño y, con él, una nueva edición de la Madrid Games Week, esta vez en fechas un poco más adelantadas. La feria prometía muchas novedades este año, como una mayor superficie o un pabellón dedicado exclusivamente a los e-sports, que tan en auge se encuentran últimamente. En los dos años anteriores el evento tenía determinadas carencias y se esperaba que este año las solventase. La pregunta es, ahora que la MGW 2015 ha terminado, si ha cumplido o no las expectativas.

Este año se han introducido algunos cambios que a mucha gente no ha terminado de convencer. Lo primero, que el día de prensa y profesionales ya no es exclusivo de estos, sino que se han puesto a la venta unas entradas VIP a nada menos que 24 €, de manera que este día, y como es obvio, el recinto estaba mucho más lleno que en ediciones anteriores. No sé hasta qué punto ha llegado a entorpecer el trabajo de los periodistas y otros trabajadores, puesto que yo no he ido a trabajar propiamente dicho, pero las malas lenguas decían que era una estrategia para intentar disimular la cantidad de espacio que había entre cada stand. Además, también se ha subido el precio de las entradas de los días abiertos al público: de 9 a 12 €.

Unas de las cosas que más saltaba a la vista es la casi total ausencia de Microsoft en la feria. Es curioso cómo su presencia pasó de encontrarse nada más entrar en el pabellón, al igual que Sony, en la Madrid Games Week 2013, -el año de lanzamiento de Xbox One y PS4-, a encontrarse en «segundo plano» tras Nintendo, que había ocupado su lugar a la entrada. Este año se ha repetido la distribución, Sony PlayStation nada más entrar a la izquierda y Nintendo a la derecha. Xbox, sin embargo, no tenía su propio stand, sino que había colocado unas cuantas consolas en el de Twitch, un poco «escondido» detrás de Sony, quien da la sensación de que cada año se expande un poco más.

Esta compañía tenía montado en su gran espacio una arena mayor que la de la MGW 2014, una caseta donde jugar a Uncharted: The Nathan Drake Collection, así como puestos para otros títulos, entre ellos el nuevo Guitar Hero, la zona dedicada a PlayStation VR -antes Project Morpheus- de la que hablaré con detalle más adelante, su zona propia de indies, un espacio exclusivo para miembros de PlayStation Plus -donde se podían conseguir unas gafas Hawkers de edición limitada motivo 20 aniversario de la consola de Sony- y una de las curiosas actividades que ofrecía la feria: escalar un rocódromo para luego deslizarse por una tirolina.

También Ubisoft tenía su propio stand para realizar diversas actividades relacionadas con la saga. Podíamos hacer nuestro propio salto de fe desde un Big Ben de más o menos 3 metros de altura -aunque con la colchoneta que había la distancia se recortaba como un metro y medio-, admirar las diversas figuras de la saga -solo las producidas por la propia compañía, las de Play Arts Kai, que son de Square Enix, no estaban, por ejemplo-, tatuarnos con rotulador y, por supuesto, probar Assassin’s Creed Syndicate.

Por supuesto, Bandai Namco -que no Namco Bandai, cambiaron el orden del nombre- ha vuelto a montar un espectacular stand con distintos «simuladores» -no sé qué nombre usar- de MotoGP 15 o de F1 2015, además del Star Wars Arcade, un maquinón que me he quedado con ganas de probar pero del que todo el mundo salía encantado. También tenían un título muy esperado por los jugadores más perserverantes y/o masoquistas: Dark Souls 3. Y vigilando a todos los que se acercaban a los dominios de Namco se encontraba un enorme Dragón Shenron, cuyos ojos se iluminaban dominando el pabellón.

La zona indie tenía una presencia más importante, o esa impresión transmitía, que en otras ediciones, a pesar de seguir encontrándose al fondo del pabellón. La producción nacional independiente busca hacerse un hueco en las consolas, PC y móviles de los jugadores y, lo cierto es que había muchas propuestas muy originales. Además, de este espacio, los 20 finalistas de los PlayStation Talents -antes llamados PlayStation Awards- tenían su lugar en la zona de Sony, esperando los votos de los asistentes a la Madrid Games Week. En ella probé un juego llamado Caléndula,  con un planteamiento muy peculiar pero bastante interesante, aunque la demo, como me explicaron, no podía contar mucho de la historia del juego.

Pero hablemos de juegos, que es lo que de verdad importa. Este aspecto, el más importante, ha sido algo decepcionante, una sensación compartida por muchos asistentes, y el motivo es muy sencillo: había demasiados títulos que ya se encontraban en el mercado o cuyo lanzamiento está muy próximo, de manera que, ¿qué sentido tiene esperar colas interminables para probar algo a lo que podré jugar cómodamente en mi casa en unas semanas o que incluso ya tengo? Se podía jugar a Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, PES 2016, FIFA 16, Need for Speed, Uncharted: The Nathan Drake Collection… En lugar de poner una demo de, por ejemplo, Uncharted 4. Al menos este año no había un simulador por el que había que pagar 5 €. Lo peor de todo es que las colas para jugar duraban varias horas, un tiempo de espera que llegó a su máxima expresión el sábado, donde quedó demostrado que la organización sigue sin estar a la altura y que, por mucho espacio que haya, si no se aprovecha bien seguirán dándose problemas como este o como la saturación de pasillos.

Una de las cosas más interesantes de las que se podían disfrutar este año en la Madrid Games Week es experimentar la realidad virtual con Oculus Rift o con las PlayStation VR. Puesto que mi anterior experiencia con Oculus fue desastrosa -tras una hora de espera no pude soportar estar con el casco ni un minuto porque me mareé muchísimo- sentía ciertas reticencias a la hora de probarlo, tanto es así, que a este no he querido ni acercarme, y hasta el último momento no me decidí a probar las de PlayStation. Menos mal que lo he hecho.

No recuerdo toda la jerga técnica que me explicaron, sólo que la imagen tiene un retardo de 18 milisegundos, es decir, que si lo percibes  es que tienes superpoderes. Por otro lado, el «cascogafas» es muy cómodo, no pesa apenas y se adapta perfectamente a tu cabeza. Además, puesto que soy miope, me ha gustado mucho poder utilizarlo con las gafas puestas. Al contrario que Oculus, que cuando lo probé estaba configurado de una forma -y no sé cómo de fácil o difícil es adaptarlo al usuario-, PlayStation VR permite hacerlo con un simple botón hasta que veamos la imagen nítida. Una vez hecho no tenemos más que disfrutar de la experiencia.

Como tengo mucha suerte, he tenido la oportunidad de probarlo con dos demos distintas. La primera, el jueves por la tarde, era Kitchen, una experiencia de miedo bastante angustiosa, por lo menos para mí. En ella te encontrabas sentado con las manos atadas, una sensación que se conseguía transmitir al tener que sujetar el mando para unas pocas interacciones. No quiero contar en qué consiste el miedo de Kitchen, para no destriparla, pero sí deciros que yo no pude llegar al final -me quedaba no más de 1 minuto, quizá porque no soporto nada del género- y que he visto bastantes sustos/sobresaltos.

Aunque esta demo fue interesante y me sentí completamente dentro de ella -tuve que repetirme varias veces «esto es un videojuego»-, mi favorita fue la que probé el sábado: EVE Valkyrie. En ella, me puse a los mandos de una nave espacial para destruir las enemigas con mi ametralladora y mi lanzacohetes mientras maniobro con toneles y lupins. Mis sensaciones cuando jugaba a EVE fueron increíbles. Ver cómo tomaba los mandos en la cabina mientras el hangar comenzaba a encenderse poco a poco hasta llegar a la puerta me empezaba a emocionar, pero cuando salí lanzada a toda velocidad hacia la inmensidad -no tengo otra palabra para definirlo- y pude contemplar lo que había a mi alrededor forzando mi cuello todo lo posible, me quedé abrumada, tanto, que en algunas ocasiones se me olvidaba que no tenía que girar la cámara con el stick para poder mirar hacia donde quisiera mientras pilotaba. Absolutamente impresionante. Además, el juego es muy entretenido, tanto es así que me quedé con ganas de más una vez terminó la demo.

No sé a qué precio saldrán al mercado tanto Oculus Rift como PlayStation VR, pero si todas las experiencias son como EVE Valkyrie yo estoy deseando que el futuro de los videojuegos sea esto. Solo de imaginarme con ello en el salón de mi casa -si alguna vez tengo una propia-, con sonido envolvente en lugar del jaleo que había en la MGW -y eso a pesar de los cascos que llevaba- me emociono.

Debido al gran crecimiento de público interesado en los e-sports, estos han tenido su propio pabellón, comunicado con el de los «videojuegos en general». No he pasado mucho para mí, puesto que no me interesan demasiado, pero es increíble la cantidad de gente que había participando en torneos o, simplemente, mirando como otros competían. En este sector, los videojuegos han encontrado un gran filón. Ya no es algo de koreanos marginados y muy raros, como contaban en el documental Sangre, sudor y videojuegos -que no recomiendo a nadie-.

Conclusión de la MGW 2015: es muy importante que España tenga una feria de este calibre desde la desaparecida GameFest, pero siguen repitiendo errores de ediciones pasadas. Por más que se ha ampliado la superficie, las colas siguen siendo interminables -supongo que el alquiler de espacio es lo bastante caro como para no poder poner más puestos de consolas-; la tienda Game ha tenido un gran espacio, de nuevo, en la feria, por encima de otras tiendas como Alvicius, como si volviéramos al Gamefest y, algo que me ha dado pena, aunque de esto la organización de MGW no tiene ninguna culpa -hasta donde yo sé- es la ausencia de Microsoft, que se ha montado su propio evento, el Fan Fest Xbox 2015. Más que la Madrid Games Week, parecía que estábamos asistiendo a la Madrid Sony/Games Week con invitados como Bandai Namco y desarrolladores Indies.

Sí, me lo he pasado bien y sí, es necesario una feria así en nuestro país, pero aún tiene un largo camino por recorrer si quiere convertirse, no solo en referencia a nivel nacional, sino también a nivel europeo -mundial ya sí que lo veo muy complicado-. No necesito un evento en el que solo me lo paso bien porque veo a gente que quiero conocer en persona y en el que solo dos detalles son llamativos.