Repetí una y otra vez que no jugaría a Assassin’s Creed Unity porque estaba decepcionada con el rumbo que había tomado la saga. Ya conocéis el dicho, «nunca digas de este agua no beberé» así que, por exigencias del guion, he tenido que jugarlo de cara a Assassin’s Creed Syndicate. He de confesar que empecé a jugarlo con poco entusiasmo, incapaz de tomar distancia de mis propios sentimientos hacia la saga y de los miles de comentarios negativos que había leído sobre el juego. No tenía ganas de jugarlo, pero intenté tomármelo con filosofía para por lo menos saber qué decisiones ha tomado Ubisoft de cara al futuro de Assassin’s Creed. Por desgracia, ni los comentarios de otras personas ni mis sentimientos de hastío están equivocados. Dado que hace casi un año que el juego salió a la venta, hablaré de él sin tapujos, por lo que ya aviso que este artículo está plagado de spoilers.

Assassin’s Creed Unity mejora muchos aspectos técnicos del juego. El diseño de París es impresionante, con una atmósfera sucia y unos edificios también construidos por el interior, de manera que, a diferencia de Assassin’s Creed III, colarse por las ventanas es un gustazo, y más aún poder quedarse dentro a cotillear. El control también ha sido mejorado para que sea mucho más sencillo, aunque yo, más bien, lo llamaría simplón. De hecho, es especialmente enervante cuando Arno decide obedecer tus órdenes como le da la gana y trepar cuando no debe -aunque eso es algo que me ha pasado en cada AC- o salir de una cobertura en el peor momento. Sí, coberturas, un elemento que aunque no es que me haya sorprendido necesariamente para bien, se agradece por lo menos la posibilidad de decirle a nuestro personaje que se agache. Una persona que se está infiltrando no camina de pie por todas partes como Pedro por su casa.

Por supuesto, no podía faltar el minijuego de restauración para poder obtener mayores ingresos, esta vez con un café -y luego varios- que serán nuestros diversos pisos francos. El Café Theatre, el principal, tiene unas misiones propias, así como nuestra habitación, donde leer cartas, una sala para entrenar, otra para ver los recuerdos de las misiones… así como un acceso directo a la base de los asesinos. Siguen existiendo las tiendas, donde comprar los consumibles -como bombas o ganzúas, pero podemos adquirir trajes y armas en cualquier momento desde el menú. Es más rápido, sí, pero no veo la madrugación de ponerlo desde tal menú si igualmente tengo que ir a las tiendas y, además, creo que se pierde un poco la coherencia. También se ha repetido la búsqueda de las llaves para recuperar una armadura misteriosa y muy poderosa, así como la de los glifos, y los ahora añadidos Enigmas de Nostradamus, aunque aquí no hay ninguna verdad oculta como en Assassin’s Creed II y en Brotherhood, sino la posibilidad de conseguir más trajes.

Por otro lado, y lo que me importa de verdad, está la historia, en la que se fusionan los objetivos del presente y del pasado: localizar al sabio, esos humanos que son la reercarnación de un miembro de la primera civilización y que, además de sus rasgos faciales iguales, poseen ojos disímiles. En el pasado nos encontramos en un momento en el que la tregua entre asesinos y templarios que ya existía cuando Arno era pequeño, termina con una traición. Nuestro joven protagonista perdió a su padre, miembro de los asesinos, y años después al hombre que lo acogió, miembro de los templarios y padre de Elise, su amada.

Así, nos vemos envueltos en otra historia de venganza que es más de lo que parece, en la que también hay una mujer y que también termina mal para la pareja -algo absolutamente predecible-. Más de lo que parece porque nuestro adversario principal, el Gran Maestre de los Templarios durante la Revolución Francesa no solo es uno de los Sabios, sino que tiene en su poder un Fragmento del Edén. A lo largo del juego vamos dando tumbos, intentando recuperar el aprecio de Élise y, mientras, matando templarios de un lado a otro sin hacer caso a los preceptos de la Orden de los Asesinos -puesto que a Arno le importa solo su venganza- y viendo cómo la Revolución Francesa es orquestada por los templarios para favorecer sus propios intereses.

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Por otro lado tenemos la inexistente parte del presente. Volvemos a ser «alguien» que revive recuerdos con quien los asesinos se ponen en contacto para ver si está de acuerdo con ayudarlos en su misión solo que esta vez no podemos deambular por ninguna parte. Estamos siempre en la piel de Arno y lo único que ofrece un cambio son los momentos en los que Abstergo se da cuenta de que algo no funciona como es debido y terminamos primero en París durante el siglo XIX y después en la misma ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. Nada más, no sabemos en qué estado se encuentran los asesinos después de lo de Desmond y la ayuda del tío de Assassin’s Creed IV Black Flag, tampoco nos ponemos en contacto con Rebeca y Shaun como vimos en ese mismo juego, ni sabemos qué ha pasado con el sabio que localizamos esa vez. El único voto que tenemos es la opción de apagar el juego y negarnos a a ayudar a los asesinos -me hizo gracia que la chica me preguntara si había cambiado de opinión cuando tardé en aceptar-.

A algunos jugadores puede haberles parecido un juego entretenido, sigue teniendo fórmulas de Assassin’s Creed, se han añadido misiones cooperativas que, por desgracia, no he podido probar por no tener PS Plus, los asesinatos y animaciones de Arno no solo son mejores sino que me han llegado a impresionar en algunos momentos -especialmente al principio- y, por supuesto, la enorme París. Pero más allá de eso, de su fachada, no ofrece nada. Ubisoft sigue aprovechándose de la estrategia tras Assassin’s Creed III para traernos un juego al año mientras estiran la trama del presente mucho más de lo que aguantaría un chicle para que se desarrolle con la más absoluta lentitud y permita hacer aún más juegos.

Os hablé en su día de mi amor-odio-dependencia de Assassin’s Creed, un confuso sentimiento que se está apagando poco a poco con estas historias insulsas que no aportan nada a la trama original, algo de lo que también os hablé en su momento. Me pregunto si Assassin’s Creed Syndicate ofrecerá algo más de intesidad a los jugadores con grandes revelaciones sobre el estado del presente y una historia con garra, o si seguirá la estrategia dilatoria que está caracterizando a los últimos títulos de la saga.

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